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La iglesia de los dos Santiago

06/01/2012

Al poeta Gil de Biedma me acojo: “Que la vida iba en serio, uno lo empieza a comprender más tarde.” Así cuando supe que Alfonso “Carena” se había marchado para siempre. Los hombres como él, tan íntegros, tan diferentes, tan solidarios, se desviven por los demás hasta que se mueren del todo. Cuando me dijeron que había fallecido, sentí escalofríos. La plaza vacía, sin baile. De luto la jota segoviana, dormido el paloteo, su maestro se nos murió casi al tiempo que en su pueblo salió a la luz el Pórtico del Cielo y la Tierra de la iglesia de Santiago Apóstol después de ochocientos años.

El pasado día de Reyes quise explicar a mis paisanos el significado de las “piedras con alma de Turégano”; tal y como se expone en mi último libro. Se conmemoraba el 800 aniversario de la iglesia de Santiago. La revolución en el arte románico que el arzobispo Jiménez de Rada mandó construir en la villa episcopal de Turégano. El acto debía celebrarse en el Centro Tureganense pero la avalancha de público hubiera bloqueado entradas y salidas, incluso con peligro de hundimiento del suelo de la primera planta por excederse en más de cuatro veces el aforo permitido. A última hora, de acuerdo y con permiso de don Santos, el párroco, nos trasladamos a la propia iglesia de Santiago que se llenó hasta la bandera (siento utilizar esta expresión para señalar el overbooking de una iglesia). ). Hubo muchos aplausos y más de una lágrima. Mientras hablaba, pensé en los miles de tureganenses bautizados, confirmados y casados en esa iglesia. En Francisco de Contreras Rivera, presidente de Castilla y Comendador Mayor de León, allí bautizado en el año 1543. En el escritor y diputado Jerónimo García Gallego (1893). En Esteban Vicente el excelso pintor (1903). Faltaba el paloteo, faltaba la danza, se mecía el recuerdo de Alfonso Domingo (1926). Muchos de los presentes fuimos bautizados también en esa iglesia.

En su honor, así se explicaba Chelo, sobrina política de Alfonso, en un recital de danza que se celebró en la villa al finalizar el pasado mes de agosto: “Hemos conseguido hoy que el paloteo y la jota vuelvan a sonar en esta plaza dentro de la Semana Cultural”. A las pocas semanas, se marchó para siempre el hombre que durante setenta años llevó las riendas del paloteo y el baile regional segoviano en su pueblo natal. Hace 300 años ya se paloteaba en Turégano pero solo lo hacían los mozos. Se comenzaba haciendo paloteando la “REVERENCIA" al respetable. También al pedir la rosquilla por las casas los quintos paloteaban. Los vecinos decían “que nos paloteen “EL TIO LOBITO", y el Jefe de Quinta gritaba: "Cuando queráis, chicos. A ello”. El paloteo es una danza de guerreros con espadas de maderas. De esas que no matan pero que hacen llorar de añoranzas.

Cuando Alfonso tenía ocho años, su primo Eugenio Domingo le enseñó a palotear. Lo de antes, nada que ver, se limitaba, como cualquier niño y la mayoría de los adultos, a chocar los palotes; el arte es otra cosa. Era el día de la Virgen de La Salud, la patrona de la villa, y nunca faltaba el paloteo en esa fecha. Durante la procesión se paloteaba el "GLORIA", y Alfonsito recibió aquel día el estigma incruento de enseñar a palotear a los chicos de su pueblo. Jamás dejó de hacerlo. Hasta cuando los tiempos y las desgracias se volcaban con las personas. Después de unos años, Alfonso Domingo y Gonzalo Rodríguez, dos hombres para el recuerdo, dijeron “tiempos nuevos” y juntos comenzaron a enseñar a palotear también a las chicas. Desde entonces, el paloteo se hizo más vistoso. Diferente. Casi discordante; iban ellas ataviadas con elegantes trajes de danza guerrera y no sé si por eso. Cuando los danzantes se enzarzaban en el paloteo que llamaba “LA CARRETERA", un baile que casi nunca se hacía en público dada su dificultad, la dulzaina y el tamboril en algunos momentos dejaban de tocar y el sonido del choque de los palos afloraba en el silencio arrancando lágrimas. ¡Cómo no llorar ahora recordando a Carena, el maestro!

Fue por entonces cuando llegaron a Turégano las chicas de la “Sección Femenina” y pidieron a Alfonso Domingo que formara grupos mixtos de chicos y chicas y que se encargara él de enseñarles a bailar y a palotear. Era el mejor, el más diestro, el más entusiasta; nunca se podrá olvidar el papel protagonista que nuestra Emilia Pascual Tarragato jugó durante décadas en el Centro Segoviano de Madrid enseñando a bailar a los hijos e hijas de los segovianos de la capital de España.

Bisabuelos, abuelos, padres e hijos aprendieron a bailar el paloteo de "LA MARCHA LANCEROS". Un ritual que solo se producía en días tan importantes para la villa como en la inauguración de las "casas del fuego" que se construyeron para suplir a las más de cien que quedaron arrasadas en el pavoroso incendio del final de los años sesenta. Se bailó también en el homenaje a Esteban Vicente, el famoso pintor nacido en Turégano al iniciarse el siglo XX. También cuando la cesión de uso del castillo que el obispado de Segovia hizo al Ayuntamiento de la villa.

Gracias a “Carena” llegaron a constituirse en Turégano hasta tres grupos de danza diferentes. El paloteo se había enquistado, como si un virus mágico, en el alma y en el cuerpo de los tureganenses. De vivir aún, le diría: “Amigo, termina con "EL VALS CORRIDO", y él, siempre de todos y para todos, me diría con aquella voz suya de violoncelo con fisuras de silencio contenido: “A por ellos, chicos. ¡A por ellos!”

Una de sus jotas segovianas, letra y música suyas, se titulaba Memorias de Turégano. Alfonso, que era un gran cazador de liebres, había colado en ella, pareja por pareja, a la feria de ganados y a los mercados en la plaza, a la Virgen de la Salud y al cordero asado, al poderoso Santiago y al bacalao al ajo arriero, las vendimias y la trilla, el castillo y la plaza… “Ay que sí que sí, ay que no que no, ay que sí que sí, ay de Turégano sin ti”, algo así rezaba el estribillo.
Nació en el mes de agosto de 1926 y murió en el otoño del 2011. ¡Que Dios tenga en su gloria a Alfonso Domingo! De luto la jota segoviana, dormido el paloteo.
Que la vida va en serio, uno lo empieza a comprender muy tarde.

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Artículo periodístico publicado en El Adelantado de Segovia (13/1/2012).
Foto: Plaza Mayor de Turégano en 1926, el año en que nació Alfonso Domingo


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