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1857.- Negros de turno de noche

07/05/2016

Cada cual con su negro de turno, los políticos españoles corretean ya por las calles reales y virtuales. Nos cuentan su verdad: hasta el 26 de junio, falacias, verdades a medias y encuestas manipuladas, desde ese día, jarabes de gobernar es lo que importa.

Ni la verdad es blanca ni la mentira es negra, pero la conclusión no puede convertirse en una falacia por equívoco, como se dice cuando las razones aducidas en las premisas no son suficientes. “Todavía no sé qué me vas a preguntar, pero me opongo”, dijo no sé dónde Groucho Marx.
No digo que al votar haya que mirar por encima del hombro para evitar que te metan un tiro en la nuca, como hace unos años, pero los candidatos, más de la mitad de los candidatos, se ven hoy obligados a escuchar insultos y a padecer escraches violentos cada vez que salen de casa y también cuando acuden a votar.

En su discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias, Cánovas del Castillo escribió: “...que vuestro patriotismo sea, en fin, callado, melancólico, paciente, aunque intencionado, constante, implacable...” En este mayo florido y junio tormentoso, la democracia es un continuo donaire. Demasiadas pelotas rodando enloquecidas por el tejado de los sueños que sólo sirven para elaborar repelentes soflamas a los ganadores y resignados discursos a los perdedores.
Jordi Pujol, hoy un cadáver corrupto y viviente, hace un montón de años, en una conferencia en la Universidad de Valladolid, pronunció estas palabras: “Existe un hecho diferencial catalán y nosotros partimos de la base de que España es un país plurinacional. Pienso que todos constituimos España, y nosotros queremos contribuir a la construcción española desde la posición del nacionalismo catalán y que nuestra personalidad sea respetada y reconocida”. La persona que le escribió aquel discurso era un negro del turno de noche.
Siempre hay un negro de turno dispuesto a escribir su discurso, cualquier discurso, a la parte contratante de la primera parte que es considerada como la parte contratante de la primera parte. Y como nunca segundas partes fueron buenas, ¿por qué no hacer que la primera parte de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte y también dos huevos duros? Si así pensaba o decía Groucho Marx, lo del negro escribidor viene de cuando a Alejandro Dumas, que era un mulato casi negro, un blanco muy blanco que se llamaba Auguste Maquetle escribía casi todas sus obras, incluida la saga de Los tres mosqueteros.

Atando cabos, la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. Era la opinión de Cicerón, uno de los abogados y oradores más famosos de la antigua Roma, si no el más. Sólo hay una forma de saber si un hombre es honesto: preguntárselo. Si responde sí, ten cuidado, posiblemente sea un deshonesto. Es la hora de los negros de turno de noche.

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