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1855.- Monsergas

30/04/2016

Este mundo es nuestro mundo, y las algaradas, revoluciones o lo que sea parecen imparables. Parecemos un hormiguero en el que solo nos movemos para cambiar la albarda de la historia y, cual sicarios soliviantados, tratar de modificar la mente de los implicados en el desatino.
Una albarda problemática donde, como ejemplo, el estratega Pablo Iglesias, en vaqueros, sin corbata y llamando de tú al Monarca, es capaz de llegar veinte minutos tarde a su audiencia oficial con el Jefe del Estado. Su cortesía y urbanidad brillan por su ausencia y, tal vez por eso, sus patochadas irrespetuosas le ayudan a subir las audiencias y amasar mayor cantidad de votos, que ya se sabe que es a los escrementos a donde más moscas acuden. “En la próxima nos encontraremos”, dicen que dijo por lo bajinis el podemita a la salida del encuentro con el Rey de España sin saber que eran las mismas palabras que solía decir Fray Gerundio de Campazas alias Zotes, un famoso predicador que mezclaba latinajos sin sentido y obviedades sin alma y que dibujó con maestría el Padre Isla, un jesuita que nació en Cistierna, un municipio de la provincia de León. Que no nos venga con monsergas.

Alguien dijo que hay personas que hablan y hablan hasta que tienen algo que decir. Así, aunque desde diferente albarda, el socialista Pedro Sánchez tiene los días contados al igual que su guardia de corps formada por mosqueteros sin casaca para cubrirse y sin tahalí para sostener la espada. Llevan dos meses hablando sin parar hasta por fin decir que lo que tienen que decir es que abandonan su turno de palabra.
La única Plaza de Guardia de Corps que conozco, la que está al lado de la calle Conde Duque de Madrid, poco o nada tiene que ver con los tres mosqueteros más significativos de Pedro Sánchez: Antonio Hernando, el ex abogado de la UGT, Óscar López, el de la venganza se sirve en plato frío, y Meritxell Batet, una licenciada en la Pompeu Fabra de Barcelona, que “tomó cursos de doctorado” (no que sea doctora) y que se ha ofrecido a presentarse como número uno por Barcelona tras la renuncia de Carmen Chacón, la mujer del omnipotente Miguel Barroso; “Me voy pero me niego a explicar por qué”, es la monserga que ha contado en su despedida, o sea que todos sabemos el porqué.

En las últimas elecciones, Meritxel era el número dos de la candidatura de Pedro Sánchez por Madrid, la provincia donde el PSOE obtuvo los peores resultados de su historia y quedó en cuarto lugar. Cuando su jefe toma la palabra y da vueltas y más vueltas a las mismas palabras, ella sonríe embelesada. Casi como en el "hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y hablaba, y venga a hablar..., hasta que se le reventaron las palabras por dentro", un hermoso cuento de Max Aub, el escritor hispano-mexicano del que ya escribí en este periódico hace unos meses. Que no nos venga con monsergas.

"Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo", escribió Tolstoi, el escritor ruso autor de Guerra y Paz, Ana Karenina, Resurrección, Los Cosacos y Guerra y Paz. Me cobijo en esa mágica monserga.

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