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1727.- Que el 14 nos salga bien

31/12/2013

Adiós, año 13.
Bailar contigo fue un honor.
Ni las inocentadas me salieron bien pero he podido vivirte y eso me compensa.
No sé si por la fobia a tu número, los relojes vienen en formato doce horas; la trece es de nuevo la una, y así, hasta el infinito, por decir.
No me extraña lo de la "triscaidecafobia", el miedo al número 13, la carta de la Muerte en las barajas del tarot. En los juegos de azar, la suerte es no jugar.
Igual que pasa con la electricidad, la suerte no se puede almacenar y ¡vaya lata!

No me trastorna la calma el que algunos edificios omitan el piso 13 para evitar el desasosiego de los triscaidecafóbicos.
Ni que en las habitaciones de los hospitales y en las filas de asientos en los aviones desaparezca ese número tan denostado.

Pasa lo mismo con los hexakosioihexekontahexafóbicos –he repasado tres veces la palabreja para comprobar que está bien escrita y juro que sí–. Los eso, evitan las cosas relacionadas con el número 666, el número maldito porque en el Apocalipsis se indica que ese número es la marca de la bestia o algo así.
En algunas numerologías, seises triples simbolizan una trinidad de traición, amargura y venganza. En otras, armonía, belleza y encanto. O sea, que no hay números mejores o peores sino cerebros retorcidos que discurren bagatelas para explicar el laberinto de incertidumbre en que vivimos los humanos.

La suerte es una flecha lanzada que hace blanco en el que menos la espera, decía Adenauer, y tal vez por eso me quedé un año más sin el gordo de la lotería de Navidad del pasado año, ni un reintegro para perderlo en la del Niño.

Confieso que acabo de vivir el año 13 del siglo éste parecía hecho de tosferinas repelentes. Suerte la mía por haberlo vivido y poder contarlo.

Año nuevo, vida nueva.
Que el 14 nos salga bien. En él os espero.




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