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1709.- MADRID RESILIENTE

09/09/2013

Poco se aprende de los éxitos. La decepción, el desencanto y la frustración son las palancas del adiestramiento. Los fracasos son la principal garantía del éxito personal y colectivo. Sin fracasos (uno, dos, tres, cuatrocientos) el hombre es el recadero feliz de la fortuna ajena. Sin lágrimas, no hay futuro.
No por el éxito sino por el fracaso felicito hoy a los madrileños y a la ciudad de Madrid por su cuarto fracaso en el olimpismo. Tienen la oportunidad de encabezar el liderazgo de la España manirrota y medio rota que están construyendo cien infames vergonzantes. “Las lágrimas son la sangre del alma”, explicó San Agustín.
De eso va mi columna semanal de este periódico amigo: carpe diem, “vive el momento”. Soy de los que creen y tratan de inculcar en sus alumnos que el momento de la derrota es el preciado relámpago que escudriña las oportunidades.
Decía Henri Ford que el fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia. También decía que el fracaso es, a veces, más fructífero que el éxito. Y el genial Charles Dickens aseguraba que cada fracaso le enseña al hombre algo que necesitaba aprender.
La resiliencia tiene significados diferentes según el contexto: En ingeniería es una magnitud que cuantifica la cantidad de energía por unidad de volumen que almacena un material al deformarse elásticamente debido a una tensión aplicada. En sistemas tecnológicos, la resiliencia es la capacidad de un sistema de soportar y recuperarse ante desastres y perturbaciones…
En psicología, la resiliencia es la capacidad de las personas o grupos de sobreponerse al dolor emocional para continuar con su vida y salir fortalecido de dicha experiencia. Gracias a sus fracasos, Madrid es un espacio RESILIENTE capaz de abanderar el futuro boyante.

Aviso: en algún lugar aprendí también que no sé cuál es la clave del éxito pero que la clave del fracaso es intentar agradar a todo el mundo.

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