1632.- Los Ninis y los Sisis 05/02/2012
Los ninis, pasos cortos mirada al suelo, quieren dejarlo. Son cada vez más y cada vez más ninis pero quieren dejarlo. Los sisis, pasos largos mirada al frente, también quieren dejarlo. Los demás, ni te cuento.
Los "ninis" son los “jóvenes y jóvenas” que ni estudian ni trabajan. Los que sí estudian y sí trabajan, los “sisis”, presumen de ello cuando un nini se les acerca. O sea, que los ninis ni estudian ni trabajan, los sisis, a las dos que sí, y los que ni ninis ni sisis, se supone que malviven del seguro del desempleo. Algunos, también del cuento.
Un hijo nini de un amigo mío sisi dice que la filosofía de su padre es un producto digno de una sociedad indigna; confieso que no le entiendo pero que me suena de coña.
Si los ninis no llegan a tiempo a las bombillas del milagro, a los sisis se les ha ido la luz inesperadamente. Lo digo por una noticia que leí hace tiempo en un periódico andaluz:
Oficina de Correos de un pueblo de la provincia de Sevilla. No cabe un alfiler. Está llena de jubilados. Ya se puede canjear el cupón que regala el Gobierno para obtener gratis bombillas de bajo consumo. La gente guarda cola como si para el pescaíto frito. De pronto, una de las funcionarias explica que las existencias se han agotado. “Se nos ha ido la luz”, exclama, al fondo, un malage (“mal ángel”, persona sin gracia ni cualquier otro atributo apto para el lucimiento propio).
En una sociedad de ninis y sisis, la falta de oportunidades ha hecho de la necesidad remedio. Si muchos de nuestros jóvenes ni estudian ni trabajan (hablo de los que no son ninis por vocación) no paran de estudiar y trabajar en cosas que les resultan más alentadoras que nada tienen que ver con el sistema en el que viven. Llevan la vida inyectada en vena. De aquí para allá como el sol, la luna, las mañanas, las tardes y las noches, la navidad y el Corpus Cristi. Sin coordenadas sociales ni brújula para inventárselas. Las brújulas son ninis, y los termostatos, sisis. Los unos a verlas venir, y los otros manejan la temperatura social a su capricho.
Papá Estado debería conceder a los jóvenes y jóvenas ninis, miembros y miembras de una generación casi perdida, una muerte digna, perdón, quise decir, una suerte honorable. Algo que les ponga en el brete de convertirse en sisis sin pagar peajes en la sombra. También a los malages
A estas alturas de la farsa, ¿cómo averiguar qué es la dignidad? Esa viuda de la desvergüenza.
Publicado en El Adelantado de Segovia (5 de febrero de 2012)