1624.- Vivir delante del escolta 05/12/2011
Cuentan que en este 2011 se ha acabado lo del escolta pisándote los talones. En el año de la debacle socialista. Por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor. Por noviembre era, por noviembre, el mes noveno del calendario hasta que nos lo mandaron al número once, el mes de los muertos, el mes en que cayó en Berlín el muro de la vergüenza…
Tantean que en este año pirata, los novios pueden besarse en público, “sin el horror de tener que besarme con mi novio delante del escolta, a mí me daba todavía más vergüenza discutir frente a él.” Lo acaba de explicar mi amiga Arantxa Quiroga. Hay que “desintoxicar a los jóvenes vascos del veneno de ETA”, dice, pero ella no necesita besarse con el novio, se casó y se besa con su marido en casa, tiene cuatro hijos, todos varones, y no puede ir a recogerlos al colegio.
Dicen que se queja Arantxa de que con el Gobierno Zapatero «la mujer ha tenido que encajar a la fuerza en un estereotipo de izquierdas». Ella, que admira a su compañera Soraya Sáenz de Santamaría por incorporarse al trabajo a los pocos días de nacer su hijo Iván. Ella, que fue al Parlamento vasco a los cuatro días de parir a Álvaro, su tercer hijo.
Determinan que la niebla impide ver si la verdad se impone. Cuando llega, ni la prima de riesgo o el bono español a diez años. La niebla no sabe a quién quiere engañar con su actitud de no haber roto un plato.
Cuento, tanteo, digo y determino que cuando me compraron el primer balón, no pude salir a la calle a estrenarlo porque había niebla. Eran otros tiempos. También tiempos de niebla.