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1612.- Prefiero los árboles al bosque

11/09/2011

Prefiero los árboles al bosque. Puedo acariciarlos, abrazarlos, explotarlos, hablarlos… Los árboles me escuchan y me hablan, igual que una madre. Los árboles "son". El bosque "no es" y bien que lo siento.
En la agonía de "El verano", otro bosque, me topo con el superministro Blanco, un árbol desteñido, casi derrumbado pero siempre arrogante, explicando como si suyo que "el Partido Popular ha sacado la motosierra para cortar de raíz el Estado del Bienestar". Como el bosque y el verano, el “Estado del Bienestar” es también un simple concepto, una “bonorum possesio sine re”, la "posesión de bienes sin cosa". A Pepiño Blanco, solo le importan las frasecitas -por cierto, las motosierras no cortan árboles “de raíz”, eso queda para las excavadoras; hay que decir a su escribidor que mida más las palabras que cada noche deposita en la mesa aristocrática del despacho del superministro-.
Los árboles son las personas que nacen, crecen, se reproducen y mueren, no sé si se divierten, pero a veces forman partidos políticos que juegan al escondite con Bellido Dolfos.
Preferir los árboles al bosque no es lamentar el tiempo perdido sino preferir el ser a la nada, el individuo a la sociedad. Como la vacaloura (“ciervo volador”) de los robledales gallegos, que de larva pasa varios años alimentándose de madera con un apetito tan voraz que con solo un gramo de peso pueden llegar a comer en un solo día 22 centímetros cúbicos de madera. Cuando la vacaloura sale a la luz, se alimenta de la savia de los árboles y del zumo de las frutas maduras. Un par de semanas volando y poniendo huevos, y la vacaloura se muere como todo bicho viviente, incluidos los árboles del bosque. Existen los individuos, no las especies y, según algunos cálculos, el ciervo volante y el hombre son especies en regresión. La vacaloura hembra pone los huevos en las cavidades de los árboles, y éstos eclosionan alrededor de dos o cuatro semanas después. Este insecto está considerado como el mayor escarabajo de Europa. Su tamaño oscila entre 3 y 9 centímetros en el caso dos los machos y entre 28 y 45 milímetros en el de las hembras. Su especie está en regresión debido a la pérdida de su hábitat natural. Son ejemplares muy apreciados por los que llegan a pagarse precios superiores a los 5.000 dólares; en Japón, hasta 26.000 dólares. El pasado verano, en Galicia encontré muchas vacalouras. De haberlo sabido…

“Non teño medo ós teus ditos
nin medo do teu meigallo
que ando cunha vacaloura
e catro dentes de allo…”

Prefiero los árboles al bosque. Te lo digo hoy, amigo.
-¿Me lo dices o me lo cuentas?
-¡Yo qué sé! Te lo confieso, lector amigo. Hoy que es el 11 de septiembre de 2011, ya sabes, diez años después de aquel holocausto.

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