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1510.- Adiós a La Folgueira (A José Antonio Muñoz Rojas, in memoriam)

09/10/2009



Se ha “Dejado ir”, así el título de uno de sus más hermosos libros. Hablo de José Antonio Muñoz Rojas, testigo esencial y figura clave de la literatura española de los últimos cien años, el último escritor vivo de las generaciones del 27 y el 36. Hoy cumpliría sus cien primeros años.
Cuando escribió “De LAS COSAS DEL CAMPO” (conservo un ejemplar dedicado por el autor), Dámaso Alonso le manifestó en una hermosa carta: "Has escrito, sencillamente, el libro de prosa más bello y más emocionado que yo he leído desde que soy hombre".
En su penúltima hora, en 1998 y 2002, a Muñoz Rojas le llegaron dos grandes premios, el Nacional de Poesía y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, pero rechazó ser académico.
Con la muerte de un poeta se duerme la primavera y algo de ella no regresará con las golondrinas viajeras y las flores que nacen: “Tan corto el amor y tan largo el olvido”.
Le conocí en el pan, la sal, el vino y el azúcar. En la vida y también en “La Folgueira”, una especie de orden caballeresca que constituyó con sus amigos José María Castroviejo, Ricardo Cedrón, Alfonso Urquijo, José María Massó, Antonio Poch, José María de Areilza y Alfredo Moreno, el conde de Fontao, al que nombraron “el gran mirlángano” porque, según ellos decían, hay mirlos zigzagueantes y esquivos. A José María Castroviejo, el patriarca de las letras gallegas, le nombraron “gran prelado” de aquella hermandad nacida para recorrer caminos inéditos de España mientras conversaban de lo humano y a veces de lo divino; hoy me dicen que acaba de morir su hijo Santiago Castroviejo, el que fue director del Real Jardín Botánico de Madrid, ¡cuánta pena junta! ¡Descansa en paz, Santiago amigo!
Conservo una larga carta manuscrita de José Antonio Muñoz Rojas sobre mi “Comer y Pensar”, aquel libro que escribí al alimón con Carmen Cedrón: “La lectura me ha entretenido y divertido mucho y son pocos los libros que a estas alturas, entre tanto como se publica, se puede decir en verdad y justicia. La mezcla de erudición y divertimiento y la variedad de informaciones y textos con los que la enriquecéis, hacen su lectura gratísima, es delicioso...”
Como la primavera se llevó a Ricardo Cedrón, el gran médico, y el otoño, a Muñoz Rojas, el gran poeta, ya no quedan flores de aquel ramillete de ilustres hermanados. Después de haber recorrido caminos de los nuestros, los ocho amigos andan ahora explorando senderos del cielo y sus aledaños. Se clausuró para siempre La Folgueira en este insufrible año de 2009.
Una de las últimas veces que vino a Madrid, Muñoz Rojas acudió, más joven que nunca y ya tenía noventa y tantos, a visitar a su amigo Ricardo Cedrón, quince años más joven que él pero ya con la salud en precario. Mientras hablaban de sus cosas, de sus recuerdos y hasta de su futuro, se miraban con la nostalgia de los peregrinos sin fuerza que sueñan caminos insólitos. Escucharles y brindar con ellos fue un privilegio inolvidable. Ahora que “sólo queda la sombra y el recuerdo”, Ricardo Cedrón descansa en Sanxenxo y José Antonio Muñoz Rojas en Antequera. Galicia y Andalucía hermanadas en “La dura tierra arada, la dulce tierra uncida al hombre, haciendo yunta por siempre…”


(Publicado en El Adelantado de Segovia)

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