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1474.- La alfombra roja del carnaval

23/02/2009



Se llama Mariano y no nació en Santiago, Santiago de Compostela, como Mariano Rajoy, sino en San Pedro, Arenas de San Pedro, a mitad de camino entre Ávila y Talavera de la Reina que eso mola –aunque segoviano, su padre tenía allí un par de gasolineras además de ser el Jefe de la Falange local–.
Tiene cara de siempre en carnaval pero es un señor de talante avinagrado y como en plebiscito judicial. Hoy cumple 61 años y 15 días; hoy 23 de febrero, el día en que dimitirá para no ser cesado y tratar así de salvar a su cesador, el del talante aceitoso y sin vinagre (igual que dimitirá Touriño, un tampantojo, si Zapatero pierde en Galicia). Nació en martes, lo sé, y aunque es rata en el horóscopo chino, en el zodíaco es un acuario de armas tomar. En su última encarnación terrena, nació en algún lugar del territorio que hoy es Est de l’Australie en torno al año 500. Su profesión era predicador, editor o escritor de antiguas inscripciones –no creo en las musarañas de los agüeros áulicos, pero eso dicen las reboticas del eventual pasado y yo me limito a transcribirlo desde el rebufo de los astros y las conjeturas–.
En enero de 1948, Birmania obtuvo la independencia del Reino Unido y en la India asesinaron a Gandhi. Luego, ya en febrero, tres físicos estadounidenses inventaron el transistor y, nada que ver, nació Mariano Fernández Bermejo, el ministro de Justicia español que mata hermosos animales en furtivo y a veces hasta en autorizado. El 2 de abril de aquel año entró en vigor el Plan Marshall para Europa y el 14 de mayo se estableció el Estado de Israel –ese mismo día, el asesinato de una niña de tres años de edad en Inglaterra llevó a tomar las huellas digitales de más de 40.000 hombres en un intento por encontrar al asesino–. El 22 de junio, el rey de Inglaterra renunció a su título de Emperador de la India y el 14 de noviembre nació el Príncipe Carlos de Inglaterra; el 24, un golpe de Estado derrocó a Rómulo Gallegos de la presidencia de Venezuela. Andaba el año aquel en capa caída cuando, el 10 de diciembre, se creó la República Popular de Corea del Norte y, ese mismo día, la ONU realizó su Declaración Universal de los Derechos Humanos. Fue un año exclusivo aquel en que Mariano vino al mundo y el Barcelona ganó la Liga de Fútbol.
Cuando esto escribo, un carnaval de socialistos y socialistas (gracias, Bibiana, ministra de la Igualdad, por tu ayuda en el lenguaje no sexista) recorren las calles de las “naciones” y “regiones” del Estado (¡jo, qué carnavalada!) exigiendo para el compañero de cacerías del de San Pedro el premio Nobel de la Paz. “Que no Mariano, que no, que lo mío es la estatuilla del Óscar a la Puesta en Escena, que me muero por pisar la alfombra roja y tú conmigo, yo como la Pé…”
Anteayer dijo Mariano que nunca dimitiría porque la patria le necesitaba, o sea, que dos mentiras más: la de su imprescindible presencia al frente de la Justicia española y la de su cantada dimisión. Si el próximo domingo gana el Partido Popular en Galicia, Garzón se callará por unos meses y a verlas venir.
Los astros saben que al igual que Maleni, Bibiana y otras personas y mercancías más, Baltasar el estrellita y Mariano el de San Pedro son pobres trampantojos ("trampa ante el ojo" como esos figurines que imitan catedrales o jardines para disimular paredones desconchados) que ocultan la cruda realidad económica y política de hoy.

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