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1451.- La última golondrina

29/07/2008

Si no supiéramos que a Rodríguez le escriben los discursos, diríamos que este presidente es el paráclito. El mismísimo Espíritu Santo. Cuando habla, tan serio y tan a ras, culebreando los vértigos del aire, es como si viéramos volar la última golondrina. “Acabo de ver la última golondrina”, pensamos. “Zigzaguea como si el último vuelo, puro llanto, alegría de saberse viva, tristeza de no sé bien…”
Dan ganas de mandarle flores por primavera. Con él, los acontecimientos más sombríos no llegan ni al gris nubarrón. Es capaz de decir “hay una pequeña desviación en las previsiones”, para que todos entandamos: “Del total de compraventas registradas en mayo, las referidas a vivienda libre descendieron el 33,9%, en tanto que las de vivienda protegida bajaron el 38,9%”. Maneja el postigo del subterfugio -me refiero, claro, al negro o la negra que le escribe sus discursos-. En eso, como cuando te desayunas con esos «sabrosos y crujientes Corn Flaques, bajos en grasas y en grasas saturadas». Así en español, que en portugués: «Baixo en gorduras e gorduras saturadas».
Ni la marcha real suena lo mismo en este hombre y los discursos de su negro o de su negra. Cuando dice infierno es como si dijera gloria. Primavera como si otoño. Amor como si odio. Purgatorio como si vino con casera.
Habla un idioma diferente. Aprendió el lenguaje de las flores mientras estuvo sentado en el Congreso como simple diputado. Catorce años sin pronunciar una palabra, dan para mucho.
No es como su Pedro Solbes, un señor de aspecto triste y discurso somnoliento que es capaz de asegurar en balbuceos que “la crisis tocará fondo en 2009 y que la economía volverá a un crecimiento a lo largo de 2010” -Solbes nunca miente porque se cubre las espaldas: “Eso será posible si se normalizan los mercados financieros internacionales y si se estabiliza el precio del petróleo”. O sea, que si ocurre algo, ocurre, y si no ocurre es porque no sucedió lo que pudo suceder-.
Si Rodríguez es el paráclito, Solbes es San Pedro de Alcántara, aquel santo que no sé lo que hizo o dejó de hacer pero que algo haría o dejaría de hacer para ser el patrón de Extremadura, amigo del rey Juan III de Portugal y para que le llamaran el «Custos custodum», que es algo así como el guardián de lo que haya que guardar.
Se lo cuento a María Ángeles Núñez y a Josefina Blázquez, dos amigas concejalas de Talavera que andan buscando “Soluciones a la Crisis” en la Escuela de Verano del PP. Creo que me dan la razón. Allí toda la plana mayor: la Cospedal, Ana Mato, Bermúdez de Castro, Montoro, Arenas, González Pons, Soraya, Alicia Sánchez Camacho, Núñez Feijóo, Rajoy…

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