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1388.- Afilar la sierra

09/06/2007

En el santiamén donde los perdedores juegan fuerte para echar del poder a los ganadores, vivimos el incómodo paréntesis donde la vida es un trueno sin relámpago. Cuando el éxito es fracaso y el laurel, derrota, los que triunfan necesitan arrasar pero los que prevalecen se achican. Lo que no consiguieron González, Borrell y Almunia lo está consiguiendo ZP: hacer que el Partido Socialista se diluya en la misma medida en que para conseguir poder tiene que apoyarse “en quien sea y en lo que se sea”, el lema zapateril; quien gobierna por sí mismo, engorda, quien manda por el lema zapateril, se desgasta y mengua.
Después del “alea jacta est” (el dado está echado), andamos en la compleja monotonía donde los sinsabores se mezclan con las desazones y los regocijos con los regodeos. Todos trabajaron lo suyo pero muchos no obtuvieron lo esperado. Así un señor llamado Miguelqué, el espectro zapateril, que ha dimitido antes de tener algo de lo que dimitir. Huyó con el rabo entre las piernas para evitar el delirio errático de las carcajadas.
Las glorias y las catástrofes me recuerdan la historia de aquellos dos leñadores que en el bosque de los deseos y las promesas andaban en plena faena con sus sierras de cortar leña. Uno de ellos, sin apenas parar para limpiarse los sudores, aserraba un árbol y después otro y otro y otro. Sin embargo, al final del día no había cortado ni la mitad de la leña que aserraba su compañero. Y es que el otro leñador paraba unos minutos cada poco tiempo y se sentaba a descansar en la espesa sombra que le ofrecía cualquier árbol en pie. El primer e incansable leñador no comprendía como él, trabajando sin parar durante toda la jornada, cortaba menos leña que su compadre. ¿Qué es lo que hacía el segundo leñador para mejorar su rendimiento? Mientras paraba a descansar, ¡afilaba su sierra!
En otro súcubo del devenir, mientras el esotérico ZP se quedaba en la Moncloa afilando su sierra particular, los Reyes y el ministro Alonso presidieron el desfile de las Fuerzas Armadas y, chínchate, Bono y Zerolo se fueron donde mi amigo Enrique de Castro, el del chiringuito piadoso y solidario de Entrevías, para pendonearse una misa sin misal ni vaticanos.
Al tiempo, el Comité Olímpico Español ha convocado concurso público para poner letra al Himno Nacional, el del lala lala lalalalalala…, ya saben.

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