Volver a Artículos 1273.- De elorzadas, maragaladas y trujilladas…
Un loco irredento, socialista de trampantojo, mitad monje budista mitad comandante de la KFOQ, ha dicho que “el Foro de Ermua es la Inquisición del Siglo XXI”. Algo parecido a lo de sus compañeros de pancarta, progres frustrados, cuando afirman que Joseph Ratzinger es el Inquisidor General. Odón Elorza parece un dios menor que alumbra con luz de coágulo. Está que trina porque el Foro de Ermua se ha querellado contra él por ceder el velódromo de Anoeta para un acto de Batasuna-ETA y, a pesar de que en ese Foro están integradas numerosas víctimas del terrorismo, como Rubén Múgica, militante socialista e hijo del histórico dirigente del PSOE vasco Fernando Múgica, asesinado por los pistoleros de ETA, para liberarse de sus fantasmas asegura que la denuncia responde a una "estrategia pestilente del PP". El loco irredento mira hacia otro lado cuando se entera de que seis encapuchados irrumpieron ayer mismo en un almacén de productos químicos de Poitiers y robaron cuatro toneladas de clorato sódico, el elemento básico para la fabricación del explosivo utilizado por ETA.
Si Olorza es un socialista de ‘elorzadas’, léase, artificios y enredos, Maragall es un socialista de ‘maragaladas’, que es como decir de necedades a destiempo. La penúltima, solicitar el ingreso de Cataluña en la OIF, ya saben, la Organización de Estados Francófonos -he pasado el fin de semana en Lleida y aseguro a mis lectores que la gente se carcajea de las maragaladas hasta en la estación del AVE-. Muchos dicen que es una simple pataleta porque en la misa de funeral por Juan Pablo II y en la de entronización de Benedicto XVI las lecturas se hicieron en inglés y español. “No es justo que se olviden del catalán”, le ha susurrado al oído Carod, su socio de gobierno allí y de ZP en Madrid, un perro guardián que llevan escondido en el bolsillo de sus chalecos. De vez en cuando, al sentir un mordisco en los michelines, Maragall aúlla la primera insensatez que arriba a su palabreo de clave alcoholizada y ZP pone su sonrisa tonta.
A las elorzadas y maragaladas hay que sumar también las ‘trujilladas’, o sea, las gilipolleces a destiempo de María Antonia Trujillo, un remedo de ministra que a mí me cae dabuten porque las trujilladas no son como las maragaladas. Éstas desvarían, aquellas, emocionan. Son como la Tomasa en los títeres. Sus minipisos de 25 metros cuadrados poco tienen que ver con la casa cacereña de 530 metros de la ministra, pero tampoco es como para echarse al monte; en sus “soluciones habitacionales”, seremos como un canario en su jaula, pero cantaremos aleluyas, salmos y hasta a María Jiménez.
Todos los focos enfocados a estas cosas, Zetapé sobrevive una semana más y van cincuenta y cuatro. Cuando regrese a Itaca, si es que decide retornar a su patria común, no le esperará su perro Argo, como a Ulises. Sacará del bolsillo su perro bonsái para las carantoñas de bienvenida. Comenzó con el buen rollito, pero está entrando en el despelote que crispa. Como aquella zorra de un cuento medieval español que con su palabrería consiguió que un lobo se dejase desollar vivo –miren la “Antología Universal del Relato Breve” de Ramón Menéndez Pidal y Francisco Rico-.
Las elorzadas, maragaladas y trujilladas nos tienen a los españoles al borde de un ataque de nervios. De seguir así, no sabremos a qué carta quedarnos o si las cigüeñas regresarán al campanario el día de San Blas, tan desorientadas ya que, en vez de acudir a su tournée anual, se quedan ancladas, como los galápagos enfermos en la arena de la playa.
Desde que Peces Barba aseguró en el homenaje a Santiago Carrillo que ellos eran los buenos y los demás los malos, las sonrisas zetapé, además de bobaliconas, bifurcan a los españoles. ¡Pensar que el mismo día en que el CIS aseguró que su imagen ha caído 18 puntos en los tres últimos meses, él se atreve a confesar entre sonrisas que «después de un año en el poder sigo aumentando en el apoyo popular y eso es producto de que he sabido aguantar las presiones y gobernar con palabra y pensando en la gente»! ¡Qué paranoia!
