2030.- ¿El último demonio?17/09/2018
Cuando en la década de 1870 se le comunicó a Williamn Preece (1834/1913), ingeniero jefe del Servicio Postal inglés, que Thomas Edison había desarrollado la luz eléctrica, declaró que se trataba de algo completamente absurdo, algo endemoniado.
“A veces el demonio nos engaña con la verdad, y nos trae la perdición envuelta en dones que parecen inocentes”, escribió William Shakespeare en "Hamlet" en 1601. Preguntarse por el último demonio es como “definir el humor como pretendiendo pinchar una mariposa con el palo de un telégrafo”; lo escribió Enrique Jardiel Poncela, un escritor madrileño que nació en 1901 y murió en 1952. Su obra, relacionada con el teatro del absurdo, se alejó del humor tradicional acercándose a otro más intelectual, inverosímil e ilógico, rompiendo así con el naturalismo tradicional imperante en el teatro español de la época. Esto le supuso ser atacado por una gran parte de la crítica de su tiempo, ya que su ironía lastimaba los sentimientos más sensibles y abría un abanico de posibilidades cómicas que no siempre eran bien entendidas —a esto hay que sumar sus posteriores problemas económicos y fracasos de publico durante la dictadura franquista—. Sin embargo, el paso de los años no ha hecho sino acrecentar su figura y sus obras siguen representándose en la actualidad, y se han rodado numerosas películas basadas en ellas — arruinado y en gran medida olvidado, murió con 50 años.
William Shakespeare, Enrique Jardiel, José Hernández, ¿por qué atormentáis mi conciencia precisamente hoy —11 de septiembre de 2018—? en el aniversario de los cuatro atentados terroristas suicidas cometidos aquel día por 19 miembros de la red yihadista Al Qaeda mediante el secuestro de aviones comerciales para ser impactados contra diversos objetivos, causando la muerte de 3016 personas (incluidos los 19 terroristas y los 24 desaparecidos) y dejando a otras 6000 heridas, así como la destrucción en Nueva York de todo el complejo de edificios del World Trade Centre (incluidas las Torres Gemelas) y graves daños en el edificio del Pentágono (sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, en el estado de Virginia), episodio que precedería a la guerra de Afganistán y a la adopción por el Gobierno estadounidense y sus aliados de la política denominada «guerra contra el terrorismo». Los atentados, que fueron condenados inmediatamente como «horrendos ataques terroristas» por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se caracterizaron por el empleo de aviones comerciales como armamento, provocando una reacción de temor generalizado en todo el mundo y particularmente en los países occidentales, que alteró desde entonces las políticas internacionales de seguridad aérea y donde mis recuerdos se estimulan escuchando el Adagio in G Minor del veneciano Giovanni Albinoni —1671/1751—, tal vez la canción más hermosa de la música clásica.
En religión, ocultismo y folclore, el demonio es un ser sobrenatural descrito como algo que no es humano y que usualmente resulta malévolo.
Más tarde, cuando originalmente fue previsto para indicar simplemente un espíritu o un ser espiritual, se atribuyó ese sentido maléfico a cualquier palabra afín.
En el ocultismo de Occidente y en la magia renacentista, un demonio es una entidad espiritual que puede ser conjurada y controlada. En la literatura mundial, muchos de los demonios fueron ángeles caídos.
Como con frecuencia se les representa como una fuerza que puede ser conjurada y controlada, suelen encontrarse referencias a "buenos demonios" en Hesíodo, un poeta de la Antigua Grecia de siete siglos anterior a Cristo, y en Shakespeare, el escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal que nació en 1564 y murió en 1616.
Atando cabos, hoy me pregunto si existe aún el último demonio porque ese supuesto es un dispositivo literario que se aplica a toda aquella persona que causa problemas a otras personas y a veces con “una furtiva lacrima” como el título de la canción de Gaetano Donizetti, un músico italiano que nació en 1797 y murió en 1848.