Volver a Artículos     
2025.- Amor, dolor y misterio

31/08/2018

Se llamaba Emilio —Emilio Carrere Moreno—, nació en Madrid en 1881 y en esa misma ciudad murió en 1947. Fue un poeta, periodista y narrador español, perteneciente a la corriente poética del decadentismo modernista. Le nombraron cronista oficial de la villa de Madrid el 11 de noviembre de 1943 y en el distrito 28015 de la Villa y Corte tiene dedicada una calle. “Del amor, el dolor y el misterio” es el título de una obra que Emilio Carrere publicó en 1915 —aceptó una oferta para trabajar en el Tribunal de Cuentas, pero al poco tiempo, con más o menos razón, todo el mundo comenzó a hablar de sus continuas ausencias laborales y, según se cuenta, su jefe llegó a decir: “Mire usted, Carrere, con esa manía de retrasarse va a llegar el momento en que se presentará usted todos los días al día siguiente”.

Ahora, muchos años después, muchos niños y niñas se hacen esta pregunta: ¿Papá, quién era Franco? y con la exhumación de sus restos en la tumba de Cuelgamuros, media España está reviviendo de nuevo la guerra de papá. La mayor parte de los que la vivieron han desaparecido por la edad, y muchos historiadores opinan que aunque sí es preciso perdonar es mejor no olvidar para que no se repita.

Las palabras de Manual Azaña, el presidente de la Segunda República Española,—"paz, piedad, perdón"— siguen vigentes.

Si Juan Gabriel Rufián Romero, el botarate diputado catalán en el Congreso de Diputados, hijo y nieto de trabajadores de la Bobadilla, un municipio de Alcaudete provincia de Jaén y de Turón, provincia de Granada, dice que "dinamitaría Cuelgamuros o lo cedería al PP y Ciudadanos para su sede", por su parte Pedro Sánchez Pérez-Castejón, el presidente en precario del gobierno español, ha cambiado de parecer respecto al futuro del Valle de los Caídos.

Si antes defendía que el espacio debería convertirse en un memorial a las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista, ahora alega que no puede ser un lugar de reconciliación sino de reposo, y que “se debería convertir en un simple cementerio civil anexo a un monasterio religioso”.

Como si de pronto, Antonio Mercero volviera a rodar episodios de “El príncipe destronado”, la novela de Miguel Delibes, un relato que, a pesar del gran éxito de público obtenido en su estreno, fue una obra bastante desconocida en aquellos años al ser categorizada por la prensa como “filme blanco” —el interés por toda la actualidad sobre la Transición Española silenció cualquier obra que estuviera al margen de conflictos políticos.

El prolífico dramaturgo Neil Simon, nominado al Óscar en cuatro ocasiones y autor de obras como "La extraña pareja" o "Descalzos por el parque", acaba de morir en la nación donde vino al mundo hace 91 años. Nació en el Bronx en el seno de una familia judía muy pobre. Los problemas se agravaron durante la Gran Depresión. El matrimonio de sus padres fue especialmente turbulento y a menudo se veía forzado a vivir con familiares. Esos días oscuros, como contaba en sus memorias, buscó refugio en la comedia, en concreto en el trabajo de Charlie Chaplin. El humor le ayudó a cubrir la cruda realidad. Acumuló un total de 17 nominaciones a los Tony —los galardones que celebran logros en el teatro estadounidense, y en obras estrenadas o al menos representadas en los teatros de Broadway—. Ganó tres de esos galardones junto a una mención especial por su contribución al mundo del teatro, recibió un Pulitzer, cuatro Writers Guild y un Mark Twain. Su nombre estuvo de manera permanente en las marquesinas de Broadway desde finales de los años 1960 y toda la década de 1970.

Jorge Luis Borges —Buenos Aires (Argentina) 1899/Ginebra (Suiza) 1986; también los genios mueren— en “Elogio de la sombra” escribió: “Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón”.

Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer lo posible imposible”. En cierta ocasión soñé que yo lo escribía cuando me llamaba Bertrand Russell (1872/1970) y era un filósofo, matemático, lógico y escritor británico al que concedieron el Premio Nobel de Literatura en el año 1950 y conocido por la influencia en la filosofía analítica, mis trabajos matemáticos y mi activismo social.

El rey Juan II, el padre de la reina Isabel la Católica, asiduo visitante de la Villa Episcopal de Turégano, decretó en 1425 que la Real Cancillería y Audiencia de Castilla tuviera su sede aquí. Estando la Corte en Turégano, en 1428 se vivió el reencuentro de Juan II con su valido Álvaro de Luna, al que había desterrado a sus posesiones de Ayllón, celebrándose, según La Crónica Del Halconero “las mayores fiestas que en la antigüedad hubo en Castilla” y donde varios reyes y famosos personajes se unieron por amor, dolor, misterio e intereses políticos y familiares.

Atando cabos, con la provincia de Segovia crepitando en jolgorios populares, y en el caso de la villa episcopal con el programa de sus “Fiestas en honor del Dulce Nombre de María” completado con un artículo periodístico del Cronista Oficial de la Villa —un servidor desde el 25 de Julio de 2006— titulado “Una villa milenaria”, al margen de conflictos personales y sociales, hoy por hoy intento olvidar la guerra de papá y otras galimatías políticos aquí hoy mencionados que intentan dinamitar la convivencia pacífica de España y de los españoles.

  Volver a Artículos