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1984.- Reinas y Reyes Magos

07/01/2018

Si mal no recuerdo, fue en la 23 edición del Diccionario de la Lengua Española cuando entraron al desfile oficial las palabras ‘agroturismo’, ‘aniskis’, ‘antipersona’, ‘birra’, ‘blaugrana’, ‘cagaprisas’, ‘chupi’, ‘euríbor’, ‘maría’ para referirse a la marihuana, ‘red’ para referirse a la plataforma digital de comunicación global, ‘spa’, ‘tuit’ y ‘tuitear’, ‘wifi’ y un mogote de palabras más. También, ‘serendipia’ para referirse a un hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual; el descubrimiento de la penicilina fue una serendipia. La palabra ‘podemos’ para referirse a un fenómeno de partido político que sirve para un bollo o un coscorrón es una serendipia de difícil pronóstico.

Desconozco si continúa a la espera de las bendiciones oficiales, pero ‘selfi’, la adaptación al español del anglicismo ‘selfie’, fue la palabra de un año que, tras esquivar desventuras y apuntarse a galardones, quedó ya al otro lado del espejo. Selfie es una palabra del inglés que puede adaptarse al español como selfi (nunca como selfy) y que se refiere a una autofoto o autorretrato: la foto que uno se toma a sí mismo, solo o en compañía de otras personas.

Esto de hoy es mi selfi de los Reyes Magos y de la Reinas Magas, y también mi braggie del año 2018 recién estrenado. Ambas cosas, “a gogó”, es decir, en abundancia y a tope.
Hasta anteayer, los tuyos te decían “envía una postal cuando llegues”. Ahora, “envía selfies y braggies por WhatsApp, Feebook, Twitter, Instagram, Linkedin, o por la red virtual que te venga en gana”, se dice.

En el universo de los selfis y los braggies, siempre quedará la añoranza de las postales de la época de maricastaña y la nostalgia de las fotografías que, cámara al hombro, hizo en nuestra tierra Jean Laurent en la década de los 60 de hace un par de siglos —fue uno de los más importantes fotógrafos que trabajaron en España en el siglo XIX, que nació en Francia en 1816 y murió en Madrid en 1886.

Cuando todo aquello, el protagonista era el objeto. Ahora, el protagonista es el sujeto que se auto fotografía consigo mismo o con un famoso, un monumento natural, pictórico o arquitectónico e incluso con la vorágine de una catástrofe o de una desgracia ajena —soy socio y abonado del Real Madrid y cada vez que acudo al Santiago Bernabéu los espectadores no paran de hacerse selfies y braggies y enviarles por el Bluetooth gratuito de los espectadores a medio mundo y parte del otro medio.

En el año 1917, el pasado año hizo un siglo, mi abuelo paterno que en paz descanse encargó a una imprenta de Valladolid las primeras postales de Turégano y en todas ellas aparecía el abuelo y sus hijos fotografiados; fue una serendipia, pero el abuelo se estaba inventado el braggie, ¡lástima no haberlo patentado! Las vendió en su tienda, la más antigua de la provincia de Segovia, a cinco céntimos de peseta y hoy se pagan como si un cuadro “chiquito y bonito” de los Lope Tablada. A parte de aquellas reliquias, las postales de hoy, igual que los embalajes del gaudeamus comercial que organiza cada año Papá Noel a solas o en compañía de los Reyes Magos de Oriente y de las Reinas Magas se supone que de Oriente también, van directamente al basurero.

Si el Acueducto, el Partenón o la Fontana de Trevi eran lo importante de nuestras fotografías viajeras, ahora somos nosotros quienes permitimos generosamente a esas maravillas que aparezcan a nuestro lado; "Estuve allí y te jodes", pretendemos informar al receptor de nuestros braggies y selfies.

En la era del egocentrismo canalla, cada persona es el centro del Universo. Sin nuestra cara acompañando al guisado, la vida es un desaguisado. Para todo lo demás, los benditos buscadores de red, que tenemos en el planeta ególatra de los selfies y los braggies. “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto cambiaron todas las preguntas” —algo así escribió Benedetti, el escritor y poeta uruguayo, que también decía que “la incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar”.

Atando cabos, los reyes magos y las reinas magas andan estos días desfilando como si un carnaval, que como escribió no sé dónde Miguel Delibes: “Yo no he sido tanto yo como los personajes que representé en este carnaval literario. Ellos son, pues, en buena parte mi biografía”.

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