1916.- Esperas y esperanzas14/02/2017
Espera, que sólo el que espera vive. Pero teme el día en que se te conviertan en recuerdo las esperanzas". Se lo escuché, es un decir, a Miguel de Unamuno, si no fue a ese señor que se me denuncie por plagio de la frasecita.
“Las personas gozan de tan poca fantasía que tienen que recoger esos pequeños adornos de la conversación. Son como traperos o colilleros de frases hechas.” Se lo escuché, es un decir, a un señor que se llamaba Pío y de apellido Baroja —en realidad se llamaba Pío Baroja y Messi, perdón, quise decir “Nessi”, qué más hubiera querido el argentino Leo Messi—. Pío Baroja fue un escritor de la Generación del 98, hermano del también escritor y pintor Ricardo Baroja, tío del antropólogo Julio Caro Baroja y tío también del director de cine y guionista Pío Caro Baroja, ¡vaya familia!
“¿Después de muchos días oscuros, vendrá uno sereno?” Me lo pregunto y dicen que un tal Tibulo lo afirmaba. —Que Albio Tibulo fue un poeta lírico latino contemporáneo de Jesucristo.
“¿El más terrible de todos los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza muerta?” Me lo pregunto y, según cuentan los que lo dicen, un tal Federico García Lorca lo afirmaba —el era maestro en el decir, y también explicaba que "esperando, el nudo se deshace y la fruta madura".
“Bienaventurado el que nada espera, porque nunca sufrirá desengaños” . Dicen que esa era la filosofía de Alexander Pope, uno de los poetas ingleses más reconocidos del siglo XVIII que destacó por sus traducciones de los textos de la poesía satírica de Homero.
¿Hay que temer el día en que se te conviertan en recuerdo las esperanzas? —Me lo pregunto a mí mismo y dicen que Miguel de Unamuno lo afirmaba.
¿Qué distinguía a Stefan Zweig de León Tolstói? Según cuenta el Wiquipedia, Stefan fue un escritor vienés que tuvo que huir de su país por su ascendencia judía para vivir en el exilio durante gran parte de su vida. Tan dramática fue para él la llegada de Hitler al poder que en 1942 decidió quitarse la vida para no seguir sufriendo por lo que el ser humano estaba haciendo con su propia existencia y por la depresión que le producía asimilar que el destino de Europa era cada vez más pesimista. El suicidio de aquel escritor austríaco en Brasil, sumido en la depresión, es el reverso del estoicismo de León Tolstói, el gran novelista ruso al que admiraba y que está considerado como uno de los escritores más importantes de la literatura mundial, el autor de Ana Karenina.
Atando cabos digo hoy que en el dornajo de los recuerdos de Federico y Miguel casi todo se sabe. Y que de los demás —Homero, Albio, Stefan, Alexander, León, los dos Pío, Julio, Ricardo, Lionel, Ana Kerenina; también las pataletas de Pedro Sánchez, los patatuses de Patxi López, los soponcios de Antonio Hernando y los vértigos de los turiferarios que inciensan y los difamadores que chulean al tal Pedro Sánchez Pérez-Castejón—, el lector interprete con su criterio personal, acuda a los buscadores online o que pregunte a los “aquí estoy yo para decirte”, unos señores y señoras que están financiados para sobrellevar las esperas o para explayarse en las esperanzas.