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1867.- El photocall del paraíso perdido

15/06/2016

En el photocall de las marcas solventes, los cazadores de sueños están esgrimiendo estos días su última bazofia mediática para intentar cautivar a los votantes indecisos. El photocall ("forillo" o "escenario" en español), es la combinación de dos palabras inglesas: "fotografía" y "llamada".

Los sueños son los responsables del guisado y el desaguisado de las personas, y por eso se busca cada día un photocall llamativo, el espacio privilegiado que ocupan cuando llegan a un acto las celebridades, los personajes reconocidos o simplemente la gente famosa.

Cuando John Milton escribió El paraíso perdido, se dejó seducir por la narración bíblica de la primera desobediencia de un hombre que al comer la manzana del árbol prohibido hizo florecer el pecado y la muerte en el mundo. Tres fueron las columnas cimentales de aquel photocall imaginario: la caída de Adán, la rebelión de Satán y la redención de Cristo.
De tener que elegir el párrafo más sorprendente de la literatura universal para colocarlo en el photocall de la historia, yo tendría problemas de decisión pero tal vez me quedara con las palabras que Milton colocó en al Libro Noveno de su Paraíso Perdido: "Desmáyasele a Adán la mano y suelta la corona de flores que tejió para Eva, y al chocar con el suelo caen y se deshojan las rosas, esparciéndose los pétalos, marchitos ya."
Parece el apoteosis de un auto sacramental: "Sermones / puestos en verso, en idea / representable cuestiones / de la sacra Teología, / que no alcanzan mis razones / a explicar ni comprender / y el regocijo dispone / en aplauso de este día."
Eso pensaba Calderón de la Barca, el autor de El gran teatro del mundo, el más excelso dramaturgo de ese género literario.

En el photocall acalorado del paraíso perdido, Mariano Rajoy es un “hombre previsible”, él mismo lo reconoce y presume de ello. En ese forillo, Pedro Sánchez y Albert Rivera son dos “hombre imprevisibles”, y Pablo Iglesias, un “hombre previsible” del que todos saben a dónde quiere ir y para qué.
Hay quien explica que en el photocall actual del paraíso perdido, hay varios políticos ya dinamitados igual que Francisco Gómez Iglesias, alias «El pequeño Nicolás».

Dicen que las empresas, los inversores y los gobiernos de otros países confían en que no se establecerán arbitrariamente obstáculos comerciales en nuestro futuro photocall político. Que mediante la estabilidad y la previsibilidad se fomentarán las inversiones, se crearán puestos de trabajo y los consumidores podrán disfrutar plenamente de las ventajas de la competencia.
Los españoles casi siempre hemos estado viajando a un país con otro uso horario y sentimental y que por eso padecemos el “jet lag”. Situados en el photocall de nuestro paraíso perdido, a pocos les importa lo que sucede y a muchos nos produce “reperculina”, una droga sin antídoto conocido que ni el mismísimo Uriel, el más perspicaz de todos los espíritus del Cielo, pudo mencionar hace cuatrocientos años porque Milton, su creador, el autor de El paraíso perdido, no estaba en estos andurriales.

La caída, la rebelión y la redención siempre han sido el meollo de los acontecimientos y de los embrujos. Son una pomada de caléndula, la margarita del me quiere o no me quiere.
Atando cabos, para la primera impresión del photocall del paraíso perdido casi nunca hay una segunda oportunidad.

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